Gloriosa Virgen de la Merced
soberana, madre de Dios, reina del cielo,
señora de los desamparados y
protectora de los afligidos.
Me acojo a tu protección para que mi alma se regocije.
Intercede por nosotros, a fin de experimentar los consuelos
que reservas a los que perseveran fieles a las enseñanzas de
nuestro Señor Jesús. Amén.
Can Mary Really Hear Millions of Prayers at Once?